Thursday, December 19, 2013

Un milagro de Navidad…
Por Anna Salazar Cabarcos

Me mandó un mensaje diciendo: “Mañana estén listas, vendrán conmigo a una cena para festejar la Navidad”… ¡¿Qué?! –Pensé casi en shock- ¡¿Cómo es posible que mi enemigo número uno, la persona que más daño me ha hecho en la vida, a quien no le han importado las desventuras y  peripecias que he tenido que pasar sola con mis hijas en un país ajeno al mío, por haberlo dejado todo “por amor”, para que después me colocara tremenda cornamenta; frondosa y bien calcificada, con quien me he dado hasta con la cubeta en la cabeza, me esté invitando a cenar?! ¡Si ni casados pasó una Navidad con nosotras! ¿Será que ahora sí viene el fin del mundo? ¿Estará poseído? ¿El pobre estaría siendo víctima de un lapsus esquizofrénico?

Quedé pasmada de la impresión, pero pensé: ¿y por qué no darme la oportunidad de vivir esa experiencia, dársela a él, a mis hijas? En la secundaria me gustaba la clase de ciencias, más cuando eran los días de ir al laboratorio: me gustan los experimentos, aunque, los experimentos tienen sus riesgos, porque igual tu ímpetu aventurero te lleva a descubrir algo maravilloso, como te hace explotar y quedarte sin dedos, todo chamuscado.

“Sí” –dije vacilante-, “Sí” –me repetí para convencerme-, “¡Sí vamos!” –asegure firmemente, valiente. " ¡Sí, sí, sí!" Y a lo hecho... ¡pecho!

Dio la hora acordada, pasó por mi hija pequeña y por mi a la casa. Me subí a su camioneta… ¡si, a su camioneta! ¡Yo, ahí, sentada, junto a él, sin quererle dar un puñetazo en la cara y él, manejando a un lado de la maldita bruja que va linda y perfumada!… ¡¿What?! ¡Que locura!

No sabíamos que decir… sólo nos hemos ofendido, reclamado e insultado durante 5 años… ¿Qué le digo? ¿Qué me dice? Superficialidades, lo más cómodo y fácil en estos casos.

Llegamos a un lindo restaurant de comida italiana, nos condujeron a la mesa, pedimos algo de aperitivo. Nuestra  pequeña hija se veía radiante, feliz, su carita iluminada, y me dije: “Por esta carita… ¡todo vale la pena!”. Al poco rato llegó la hija mayor con su esposo: no entró la mujer de 22 años que era 10 minutos antes de llegar al lugar: entró una sonriente e ilusionada  niña de 10 años a reunirse con sus padres... ¡mis hijitas!

Bien: la familia estaba completa. Él se veía contento, en paz, amable. Comenzaron a platicar, a contar anécdotas divertidas, a reír, entonces  puse la palanca en automático y dejé  sentado allí a mi cuerpo, mientras mi espíritu se colocó a distancia para contemplar, con emoción, aquella hermosa postal viviente de los milagros que suceden en la Navidad.

En esa mesa no existía rencor, ni dolor, no había rastros de sufrimiento y los reproches al parecer andaban de vacaciones.  La gente que cenaba en el restaurant fue absorbida a otra dimensión y desaparecieron, era un universo en donde sólo existíamos 5 personas que acababan de nacer en ese instante. Los recorrí uno a uno y en verdad estaban felices, no era pose o compromiso… ¡era real! Música de piano, luz ambar, linda decoración, cena deliciosa: producción  perfecta para esta escena de la película que rodamos sobre la historia de nuestras vidas… ¡Ya quisiera  Hollywood!  Las risas y la emoción de dos hijas, un querido yerno que vale oro, el papa de mis hijas…o sea, el ex…y yo… y yo viviendo un momento que jamás imaginé.

Como en el cuento de Cenicienta el reloj comenzó a romper la ilusión a campanadas. Como burbujas de jabón las pompas se fueron reventando poco a poco. La gente del restaurant comenzó a salir de la puerta dimensional que los había tragado y fueron apareciendo sentados, como si nada hubiera sucedido.

Mi espíritu los besó uno a uno y regresó a su cuerpo plácido. Marifer y Travis se despidieron y marcharon.  Él nos trajo a casa: “Gracias por esta noche inolvidable” –acerté a decir- , “Por nada, gracias a ti” – me dijo amablemente.

Entramos a casa Monse y yo,  cerré con seguro la puerta, la camioneta partió y con ella, una de las noches más memorables de mi vida. Mi hijita inmensamente feliz me dijo: “¡Mami, yo le había pedido este deseo a Dios: ver a mi mami y a mi papi juntos algún día! ¡Se me cumplió mi deseo!”

Los milagros existen… ¡esta noche fuimos los participes de uno de ellos!


Fin de la escena. 

Sunday, December 15, 2013

No estaba muerto...

No estaba muerto…
Por Ana Salazar Cabarcos

Me paro en medio de la oscuridad, en la estación del tren que apagó las luces y las voces hasta el día de mañana. Los rieles yacen cansados, rígidos y fríos en la noche solitaria.

Allí estoy, oyendo la respiración tibia que lanza nubes por mi nariz. Estamos solo las luciérnagas y yo. La soledad tiene sonido, la nada se oye como el mar atrapado que vive adentro de los caracoles.

Entonces, siento que mi corazón se tambalea en la repisa que tengo metida en el tórax, lo saco, esta helado, no es rojo, es azul como un cadáver de la morgue. Lo acaricio pero no reacciona, lo beso pero no se emociona como antes con los besos.

Siento tanta nostalgia por tener algo muerto injertado en las entrañas, que comienzo a llorar. Las lágrimas resbalan lentas, tibias, insípidas pues de tantas, la sal se ha terminado. Una cae encima del corazón, dos, tres, una cascada… mojado, se comienza a pintar de rosado, se vuelve rojo,  convulsiona  tímido  al principio y encarrerado, se contrae y se expande pleno. Entonces…no está muerto… ¡no lo está!

Resucitado, acurrucado entre mis manos flotando en una alberca de lágrimas, me dice que está vivo pero prefiere estar dormido. Cierra los ojitos, lo seco de lágrimas y lo tapo con un pañuelo. Le canto una canción de cuna y al besarlo para despedirnos, se estremece.

Lo vuelvo a poner en su sitio: en la repisa del tórax y cierro.

Ya va a amanecer, el sol comienza a estirarse y  muestra los brazos  de luz allá, en el horizonte negro salpicado con agujeros brillantes.

Las voces, los pasos, los perros, la mujer que vende flores, el ciego, el cojo, el tren regresan.


Me voy a casa.


No dejo de llorarte



No dejo de llorarte

Por Anna Salazar Cabarcos


No dejo de llorarte cada noche,
cada día,
voy arrastrando tu recuerdo como una pesada losa:
estás vivo…
pero estás muerto…

El que eras ayer cuando aprendí a quererte se esfumó,
¿A dónde quedó el hombre que sentía, que lloraba?
¿Qué fue del hombre que rezaba abrazado a mí?
¿En qué parte se perdieron nuestros sueños, nuestras ilusiones?
sólo quedó un trozo de ser,
insensible y vacío…

¡¿Quién se robó tu alma?!
quisiera saber dónde encontrarla,
para llevarla de la mano de regreso a ti.
Hoy estoy de luto por tu causa,
porque estás vivo…
pero estás muerto…

Tu mirada otrora dulce,
es de un fondo oscuro que da miedo,
y tu voz de antaño cálida,
es de palabras cortas, tajantes, más frías que esta noche.

¿A dónde fueron a tirar tu risa de niño?,
para ir a recogerla y pegarla de nuevo a tu boca.
¿En qué lugar dejaste abandonado mi corazón?,
pues me ha quedado vacío el pecho,
con un hueco que duele al respirar,
que no me deja reír,
vivir.

Por dentro estoy vestida de negro,
tu ausencia me muerde las entrañas,
mi sangre es sólo agua.
Lo que eres hoy no lo conozco,
lo que fuiste antes es lo que lloro;
sí, mi alma estará eternamente ensombrecida por tu causa,
porque estás vivo…

¡pero mi gran amor de ayer está muerto!

Friday, December 13, 2013

La maldición del escritor

La maldición del escritor

Por Anna Salazar Cabarcos

Es la profesión más infame e ingrata que pueda existir: no por la profesión en sí, sino por cómo es  tratada y vista en la sociedad.

Los escritores somos limosneros que a cambio de unas monedas regalamos nuestros sentimientos, pensamientos materializados en letras, ideas, les facilitamos el trabajo a los “genios” que con nuestra labor se alzan en los brazos de la gloria, y se hacen ricos, famosos, cuando ellos  no son capaces de hilar dos ideas y ponerlas  impresas en un papel.

De la cabeza del escritor nacen bellas historias que son la columna vertebral, la base, los cimientos del producto que más tarde, llegará al público. Pero somos los que menos ganamos, a los que les cuesta y les duele pagar, a los que no importa que  no se les pague.

Somos los pendejetes sentimentales que se entregan a las causas, que se suman a los ideales que con vana palabrería y deshonesta destreza nos presentan: y creemos.  Somos presas de tiburones hambrientos que quieren hacer negocio a costa de nuestro talento, y que cuando ven la obra en el papel, la minimizan: “Yo hubiera hecho esto mejor” -se piensan- “¡Esto está tan fácil! ¡¿Y va a cobrar?!” -se preguntan a sí mismos- “¡Híjole, no hay dinero, no tenemos presupuesto! Aguántanos al 30 de febrero a ver si cae algo y te pagamos ¿Cómo ves?” -te  proponen- Mientras ellos se llenan los bolsillos de billetes sacando dinero de aquí y allá, vendiendo la idea del pendejete e iluso escritor al mejor postor.

Adivinaste: el 30 de febrero nunca llega…

Se necesita estar loco para ser escritor: pasar horas que parecen eternas sentado frente a una computadora, ajeno al tiempo que empuja las manecillas del reloj como esclavo, en círculos perfectos, con su martillito haciendo: tic-tac tic-tac.

¡De qué valen las letras en un mundo de números! ¡De que sirven los sentimientos en una humanidad seca! Seguramente hubiera ganado más poniéndome una diminuta minifalda y un corset a punto de estallar, parada por las noches en una esquina debajo de un farol, fumando un cigarrito con mirada matadora, seduciendo a clientes con el liguero de fuera; pero soy muy friolenta y no fumo.

Tal vez de ama de casa, viviendo cómodamente mantenida por el marido cuidando a los pequeñines, toda la tarde viendo novelas y haciéndome manicure, pero no quiero arriesgarme, tengo imán para los vividores; me case con dos. A lo mejor si hubiera seguido en la política sería muy rica, pero no me gusta decir mentiras.

¡Maldita suerte, sólo sé escribir!

¿Por qué me toco jugar este papel en la Cadena Alimenticia Social? ¿Por qué no fui piraña para tragarme a los estúpidos peces incautos que nadan como idiotas reventando burbujitas? ¡¿Por qué me toco ser pez incauto, aunque ame las burbujitas?! ¡Bah!

Ojala algún día prohíban ser escritor: duele el alma y aplana el trasero.






Wednesday, December 11, 2013

¡Méndiga muerte burocrática!

¡Méndiga muerte burocrática!

Por Anna Salazar Cabarcos
Hasta para morirte tienes que hacer  una antesala cansada, sufrida, como cuando te toca consulta en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social).
Está bien, tenemos que “estirar la pata” algún día, lo acepto, pero quiero hacerle una propuesta a Dios, a San Pedro, San Cuilmas o quien sea el encargado de darnos el “levantón”: ¿por qué no nos evaporamos solamente? Si ya nos llegó la hora ¿por qué no explotamos como huevo en el microondas y se acabó, así, rapidito y sin dolor? (el problema será para el que tenga que limpiar el batidero que quedó de nuestra explosión). O simplemente nos cae un rayo divino y nos electrocuta instantáneamente.
Esto viene a colación porque acaba de morir la tía Chofi, mi comadrita adorada. Una mujer buena, contenta con la vida, pacífica, risueña, cariñosa que de un día para otro, hace exactamente tres meses, descubrió un granito insignificante en un pecho que a la postre, resultó ser un cáncer fatal y devorador que terminó con su vida apenas ayer. Lo mismo pasa con miles  de seres humanos todos los días: después de agotadora antesala finalmente cierran los ojitos para siempre, pero son meses esperando con angustia el desenlace, las horas pasan lentas y lo peor de todo, es que para hacer más odiosa la espera te atiborran de medicinas, te picotean las nachas con charolas de inyecciones, te dejan como coladera las venas de tanto piquete, caldos de pollo que saben a jugo de trapo por lo desabridos: prohibidos los tacos de carnitas, la barbacoa, los sopes de la esquina, tacos de suadero, las aguas de horchata… ¡total! que ni una cervecita bien fría para quitarse el sabor amargo que las medicinas  dejan… ¡que injusticia! ¡Así no se puede morir nadie a gusto!

Si algún día me tengo que morir ojalá que sea en mi cama, calientita, después de una noche de rumba, con los pies hinchados de tanto bailar, ronca de tanto cantar, el corazón exhausto de tanto amar… que de repente me evapore, que no me toque hacer una antesala como en el Seguro Social.


Tuesday, October 22, 2013

La ofrenda a los muertitos

La ofrenda a los muertitos

Por Anna Salazar Cabarcos

Lleven pues,
ánimas viajeras,
los tributos que ofrecemos hoy
en remembranza vuestra.

Acérquense ya, recuerdos efímeros,
a  entresacar con las uñas, lágrimas y añoranzas.

Carguen en sus ligeras espaldas la fruta,
el pan y el café de olla que les brindamos, 
el aguardiente, el dulce de calabaza
y los ramos de cempasúchil.  

Cuelguen como aretes las flores,
iluminen el cielo con la tenue luz de veladoras,
perfumen las nubes de incienso:
al son de la música de nuestros antepasados,
colmen de estruendos el universo.

Con el agua rieguen los campos floridos,
en donde aún yacen los restos de lo que fueron ayer;
que sean alimentados con vuestras cenizas.

Nuestra ofrenda es pobre tal vez,
porque no posee oro ni plata,
mas es rica por la devoción,
la nostalgia,
la espiritualidad,
pero sobre todo,
por los pensamientos que van acompañados de una oración,
hasta ese lugar,
en donde moran las almas por toda la eternidad.


Fantasma

Por Anna Salazar Cabarcos

Soy un fantasma atrapado adentro de una cárcel de huesos y carnes.

Quisiera volar lejos, irme a refugiar a una cueva en la montaña más alta del mundo sin sentir frío nunca más. O tal vez sumergirme en el mar  hasta llegar a los abismos y reposar, acostada sobre la arena virgen de sol, pues hasta allí jamás ha llegado un solo rayo. Ver a los monstruosos peces abisales alumbrarme con sus linternitas, mientras acercan sus gigantescas mandíbulas colmadas de dientes a mi holograma que no pueden devorarse, pues los fantasmas no se comen.

Quisiera ser la imagen de una fotografía, para quedarme congelada en el tiempo, en un instante feliz para siempre.

Quisiera ser un fantasma que nunca hubiera amado tanto, porque entonces sería un fantasma chocarrero, y no uno melancólico, nostálgico.


Pero no puedo… estoy encerrada en una cárcel de huesos y carnes, encadenada a las debilidades emocionales humanas; cadenas férreas, indestructibles, perseguida por los miedos, entristecida por los ayeres, anclada con dos pies a la tierra, agarrada al mundo por cuatro manos.



Friday, September 13, 2013

México



Por Ana Salazar Cabarcos


A ti,
amada tierra,
forjadora de los hombres
que hacen grande a nuestra patria,
dedico todos los amaneceres
que son símbolo de esperanza.

A ti, 
pueblo mexicano,
cándido y aguerrido
que llevas como estandarte
a la gran Guadalupana,
dedico miles de canciones
con el cantar de mi guitarra.

A ti,
México mío,
de colores vibrantes y encendidos,
con olor a adobe y nostalgia,
dedico una serenata
con las voces de cigarras.

Y así podría pasarme
dedicándote tantas cosas;
a tu urbe,
          a tu campo,
a tu espíritu,
         a tu gente,
al águila aposentada
en la diadema de tu frente.


Te levantas cual coloso
sobre el gran Popocatépetl,
en espiral hasta el cielo
para robar los misterios, 
de los confines del tiempo.

Por eso eres místico y tan bello,
mágico,
siempre eterno:
resguardado por jaguares,
perfumado con incienso
y por las alas de quetzales.

¡México!
Vestido de gran sarape,
con listones de ilusión;
¡en  oro tengo bordado,
tu nombre en mi corazón!

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Tuesday, September 10, 2013

Gatos

Por Anna Salazar Cabarcos

Gatos de la oscuridad…
que bailan al ritmo de las sombras,
con sinfín de fantasmas y duendes,
riendo y llorando sin cesar.

Gatos de la oscuridad…
amigos íntimos de la muerte;
arrastran cadenas y espíritus,
en las tinieblas de la soledad.

Gatos de la oscuridad…
que lanzan miradas de fuego,
gritando con voces de brujas,

danzando entre furia y placer.



Tuesday, September 3, 2013

CRÓNICA DE UNA AVISPA EN UN OJO

Por Anna Salazar Cabarcos

Si, que día tan maravilloso y soleado era aquel primer lunes de septiembre. Regresaba con mi hija y mi yerno de inscribirnos en un gimnasio: ¡una nueva etapa de nuestras vidas comenzaba ahora! Ejercicio, pesas, cardio… ¡Me imaginé en un par de meses los tres haciéndole la competencia al Arnold "Chuchenaguer" en sus mejores tiempos! Bajé del auto, riendo, contábamos chistes, como siempre. Lejos estaba de imaginar que un ser del tamaño de un cacahuate, sacaba filito a su aguijón, con sus ojos de pelota fijaba el objetivo y sus alitas hacían: ¡run, run, ruuuuuuuuun! Calentando motores.

Nos poníamos de acuerdo sobre la hora de comenzar las visitas al gimnasio a partir del siguiente día, caminé distraída hacia la reja de la cochera, iba casi pegada a la pared, como a medio metro, de pronto recuerdo que olvidé algo en el coche, di la vuelta para regresar, y entonces… ¡Zas! ¡Siento que algo se estrella adentro de mi ojo, grito, lo aprieto entre los parpados, siento que se mueve, con los dedos lo agarro, lo jalo, lo tallo, grito, lloro, es la sensación más horrible que he sentido en mi vida! ¡De pronto comienza a arderme, un ardor intenso, como si me rasparan con la punta de un clavo con chile!  Marifer y Travis están asustados, ven que me peleo con alguien pero es como si tratara de zafarme de una llave del hombre invisible.

Me da miedo saber qué traigo allí metido… a ellos también. Vamos rápidamente rumbo al hospital y llegando a recepción, me meten enseguida a un consultorio; ponen hielo, revisan. Ni rastros del atacante. El ojo hinchado… ¡y ese dolor, ese ardor intenso! El doctor le muestra  a mi hija, con una gran lupa y una lámpara de luz azul, el interior de mi ojo: la telita que lo cubre está rayada… ¡Cómo no iba a estarlo si restregué al infame intruso con todas mis fuerzas, como si estuviera lavando trapos en el lavadero!

Un enfermero muy “cute” me hizo un lavado profundo en el ojo: si así es como hace la limpieza de su casa queda contratado… ¡le falto sacármelo para enjuagarlo!… pero... ¡Que alivio! Me dan unas pastillas para el méndigo dolor que llega de repente como cincelada. Pasan los benditos minutos en grupos de a diez, me siento mejor… comienzo a reírme, bromeamos mi hija y yo, el doctor, el enfermero, me saco la foto “pal’ face”… Prescripción médica, antibiótico, antihistamínico… ¡así es la vida!

Regresamos a casa, el ojo hinchado hace “pum pum”. Mi hija y yo nos proponemos buscar el cadáver del agresor y… ¡ups! Marifer descubre que abajo de la caja medidora de luz, justo enfrente del lugar en donde estaba parada y me ataco el “hombre invisible” ¡hay un nido de avispas! Es del tamaño de un limón, quizás. Las avispas frenéticas zumban y trabajan rápido para hacer más grande su casa.

  
Así es, me pico una avispa. Seguramente era la comandante de sus fuerzas armadas, encargada de vigilar el espacio aéreo. O una avispa judicial cuidando a sus “parejotas”, o una avispa pandillera cuidando su territorio… o una avispa bélica, como muchos seres humanos, que me declaró la guerra solo por el placer de usar sus armas para lastimar… ¡que poderoso aguijón!  

En la madrugada desperté del dolor, el ojo me zumbaba. Ahora ya estoy mucho mejor… como todo en la vida, ya pasó.


Moraleja: “Cuídate del animal pequeño, aunque sea un insecto que luzca frágil e indefenso: ¡a veces son los que hacen más daño!” 

Ah! Y no, no fui al gimnasio...


Friday, August 23, 2013

La princesa de los mares


Por Anna Salazar Cabarcos

En el fondo del mar existe una princesa, que vive entre los bancos de coral. Sus súbditos de escamas de colores, cual lentejuelas brillantes, le besan las manos y le acicalan el cabello cada mañana, como un ritual. Es amiga de los tiburones, nada junto a delfines, reposa dentro de las enormes  fauces de las ballenas, se hace un collar de medusas, forma un remolino junto a las miles de sardinas plateadas para después, aferrarse al caparazón de una tortuga y volver remolcada  a su palacio.

Nadie la conoce, nunca la han visto. Saben que existe porque los marineros la han escuchado susurrar en las calladas noches en medio del océano. No, no es una sirena…


Cuenta la leyenda que es hija de la diosa de los mares. Su misión es dejar escritas mil historias en la arena de la playa, pero con cada ola que lame el suelo son borradas, así que vivirá eternamente escribiendo…  escribiendo noche tras noche bajo la luna callada.


Wednesday, August 21, 2013

Todos tenemos dos corazones



Por Anna Salazar Cabarcos

El corazón hablando de manera literal, es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, ya que es el encargado de bombear la sangre a través de las venas, pues tiene la función  principal del sistema circulatorio: el corazón es el motor que fomenta la vida, o que produce la muerte al detenerse. El tamaño del corazón, es un poco más grande que el puño de la persona. Está dividido en 4 cavidades: aurícula derecha y aurícula izquierda, ventrículo derecho e izquierdo.

Hablando en sentido figurado, el corazón es igualmente importante, pues de la misma forma  que nos llena de vida estar enamorados, nos puede llevar a la muerte por culpa del desamor: si, hay gente que muere de amor. Es el encargado de hacernos sentir “maripositas” en el estómago cuando vemos al ser amado, o ponernos a chillar a moco tendido junto al teléfono noches enteras  esperando una llamada que nunca llega. Abarca todos los sentidos: oído, gusto, tacto, vista, olfato, responsabilidad…

El corazón figurado es el encargado de las tareas del  enamoramiento, que consisten en embrutecer el cerebro y aturdir los sentidos, inyectando una especie de morfina que distorsiona la vista, haciendo parecer galán al hermano gemelo de “Patas verdes”. No existen defectos, carencias, vicios, nada, el objeto de la devoción es increíblemente perfecto: ¿y el corazón de músculo? En los momentos de protagonismo del corazón figurado, el pobre es una simple bola de carne caliente que hace pum-pum.

Se poncha el globito del amor y el corazón figurado “se rompe”, o lo que es lo mismo ¡ya te cargó la tía de las muchachas!

El corazón figurado se mete dentro de las cobijas a  ver si puede esconderse del dolor, nada en lágrimas, se retuerce en el ácido de la angustia y la desesperación… ¡se pierde en su pena! Aquí hace su entrada triunfal el corazón de músculo, que tiene entonces que soportar taquicardias, negociar amenazas de huelga (un paro seria peligrosísimo ¿están de acuerdo?), sofocos, subidas de presión, bajadas… ¡una revolución!

Los dos tipos de corazón son importantísimos: el músculo y el figurado. Necesitan de cuidados, ser protegidos, procurados, alimentados. Los dos deben evitar agentes dañinos, estrés, ansiedad, microorganismos virulentos.


Conclusión: evita el colesterol… ¡y no te enamores de un pelmazo!



Sunday, August 4, 2013


CURIOSIDADES DE LA HUMANIDAD
(Símbolos mágicos de protección)

“Circulus Electionis”

La vida del ser humano, desde que nace, se rige por símbolos. A lo largo de la historia los diferentes tipos de religiones y organizaciones han hecho uso de ellos, proporcionándoles atributos mágicos, místicos y protectores.

Este curioso conjunto de símbolos se llama “Circulus Electionis”: El Círculo de la Elección en latín. Pueden atribuírsele varios significados, pero en general, habla de los dos caminos que los seres humanos somos libres de elegir: el bien o el mal, la luz o la oscuridad.

En la parte superior del círculo se puede leer en latín: Amor omnia vincit” (El amor todo lo vence). Dentro del círculo apreciamos una rueda con flechas disparadas al centro,  que salen rebotadas: ¿ley del búmeran, quizás? Todo lo bueno y lo malo que “disparemos” a otro ser humano, será devuelto, tal como pararte frente a un espejo y lanzar flores…o piedras.

En el centro se dibuja una especie de número 8 porque está vertical, de forma horizontal sería el símbolo de infinito. Al lado izquierdo de esta figura, vemos un corazón coronado con una cruz, el mismo corazón que aparece en la imagen católica de “El corazón de Jesús”,  en medio se encuentra el número 3, que bien podría ser de “La Santísima Trinidad”, o tal vez se refiera a los “3 atributos de Dios”: Verdad, Belleza y Bondad.

A la derecha un enorme ojo nos mira de frente, haciendo alusión de que  “nada escapa al ojo divino”. Lágrimas y una guadaña, instrumento de agricultura que se usa simbólicamente para comparar la siega del cereal, con la siega de vidas humanas que hace la muerte.

Alrededor están colocadas las siguientes letras:

S M Q L Sunt Mala Quae Libas (S.M.Q.L.): "Malo es lo que me ofreces"

IVB Ipse Venena bibas (I.V.B.): "Bebe tú mismo tus venenos"

V R S  Vade Retro Satana! (V.R.S.): "¡Retrocede, Satanás!" (Vade =Ir ; Retro= Atrás)

 N S M V Nunquam (algunos dicen que es "Non") Suade Mihi Vana! (N.S.M.V.): "No me persuadas con cosas vanas"

¿Se te hacen conocidas? ¡Claro! Son las mismas letras que aparecen en la medalla jubilar de San Benito, célebre por su eficacia extraordinaria en el combate contra el demonio y sus manifestaciones; en la defensa contra maleficios de todo género, contra enfermedades.

El círculo se divide en dos: la claridad, el día, la luz, y la oscuridad y tinieblas.

Por fuera del círculo, en el exterior inferior, se lee en latín: Ab alio expectes alteri quod feceris” (Espera de otro lo que a otro hayas hecho), quiere decir que quien haga mal, espere otro mal, o "Quien siembra vientos, recoge tempestades". De igual forma que, quien siembre amor, lo mismo recogerá.

Como seres humanos racionales, somos libres de elegir el camino y las acciones que habremos de tomar, olvidándonos de “karmas”, “Ley del búmeran”  “justicia divina” y cualquier acción de justicia exterior y suprema, la vida es tan sencilla como: Si siembras naranjas… ¿cómo esperas cosechar guayabas?

Símbolo de protección contra la maldad o no, sirve para meditar nuestras acciones y a sabiendas de las consecuencias, que pueden ser “infinitas” (para bien o para mal), actuar como nos dicte la conciencia, la inteligencia y la razón… ¡Cada quien escribe su historia como quiera!


 

 

 

Thursday, August 1, 2013


El viejo y el violín
Por Anna Salazar Cabarcos


En mis tiempos de juventud, soñaba con venir a la gran ciudad. Sembrando maíz, arreando al buey silbaba contento imaginando subir al tren: dejar atrás pueblo,  jacal, la miseria, a mamá con la cabeza cubierta de rebozo a rayas, a mis hermanos descalzos, mal comidos, pero aun así alegres porque como no conocían más allá de los  cerros secos, para ellos el río, los árboles, el par de perros flacos, el marrano, el trompo de madera, la luna, sol y estrellas, eran la totalidad del mundo.
Un día el destino atravesó en mi parcela a un viajero, que me ofreció trabajo en la capital. Corrí veloz al jacal, llegué sin aliento, en una pequeña caja metí la camisa que usaba sólo los domingos para ir a misa, una bolsita con monedas, paliacate, la biblia que me regaló mi padre antes de morir,  cuando hice la primera comunión. Descolgué un cuadrito con la única foto de mi madre y la guardé como un tesoro  dentro del  equipaje; era de cuando vino la feria, en la fiesta del santo patrono, San Hipólito. Me puse el sombrero y casi a punto de salir de casa, recordé a mi compañero y fiel amigo que seguramente temeroso de que lo abandonara, aguardaba tembloroso abajo del viejo catre: el violín.
Tal cual lo imaginé tantas veces, mi madre llorosa me dio la bendición secándose las lágrimas con la punta del rebozo que tapaba su blanca cabellera. El más pequeño de mis hermanos se aferró a mi pierna y entre gemidos me decía que no me fuera, que no lo dejara. Prometí a mi madre que pronto regresaría, que le compraría una hermosa casa, unos burros, vacas, a mis hermanos les traería ropa, zapatos, lindos juguetes… ¡me iba para triunfar! Los otros 10 hermanos, uno a uno me abrazaron… y partí… partí mirando sólo de frente.
Poco duré con el patrón que me trajo de mi tierra: largas jornadas de trabajo, poca paga, malos tratos, como nunca pude ir a la escuela no sé leer ni escribir;  burlas, humillaciones por ser “un indio de pueblo”… ¡pero qué culpa tengo yo de haber nacido allí, en un pueblo pobre y olvidado!

Edificios grises con miles de ojos vidriosos, calles repletas de gente caminando en todas direcciones: nadie ve, nadie escucha, a nadie le interesa si estás vivo o muerto.
Pasaron los años, me enteré que mamá murió, esperándome, envuelta en el rebozo. Los hermanos crecieron, se fueron, el jacal quedó vacío, olvidado, como yo.
Hoy ya soy un anciano, no tengo a donde ir. Huérfano de padres, de hermanos, de barrio, de historia, recorro las calles en busca de unas monedas para vivir, con mi único amigo, el fiel, el que nunca me olvida: el violín.

 
 
 
 Foto Anna Salazar Cabarcos
 

 

Saturday, July 20, 2013

Fea con gracia

Por Anna Salazar Cabarcos


Ser fea con gracia es una gran ventaja, te da flexibilidad, es relajado, vives la vida sin presiones. Si hoy lo decides, puedes dejarte la cara lavada sin una gota de maquillaje, e irte al mercado a sentar en la barra de un puesto de “garnachas” y comerte cinco tacos y un atole sin remordimiento de conciencia, ya que a las feas se nos perdona todo, incluso las libras de más.

Una mañana te despiertas con ganas de verte linda, pones manos a la obra y te untas cuanto menjurje encuentras en el cajón de los cosméticos: chapitas rosadas, cejas perfectamente rellenas y delineadas, los ojos que hace un momento eran de Sharpei, se transforman en los de un búho: enormes. Los labios rojos y brillantes, las pestañas, cual gigantes abanicos abriendo y cerrando  coquetos… ¡Hay que echar mano a la tecnología camuflagística! Si tienes faja te avientas un clavado dentro de ella: te contorsionas, pujas, peleas con el trozo de tela elástica… ¡listo! ¡Cintura de avispa! Sacas del clóset tus mejores “trapos” y pruebas uno a uno cuál te sienta mejor. Si no tienes faja metes la panza y te aguantas la respiración frente al espejo. Ensayas las mejores poses, hay que verse sexy… corres por la cámara y ¡click! ¡click! ¡click! Ya están las fotos para el “face”. Eres una fea agraciada estéticamente.

Te lavas la cara, te liberas de la maldita faja y el disfraz de chica sexy, el pijama calientito de Hello Kitty llega como una bendición, el hermano y los amigos esperan para enfrentarnos en un video juego de luchas, de carreras de autos o tal vez veamos una peli de terror, ya hicieron palomitas y trajeron unas cervezas.

Mientras tanto las chicas bellas, las hermosas están en el spa, o en el “Mall” comprando para su guardarropa  lo más “inn” y “cool” de la temporada. O quizás preparándose para salir a cenar con un apuesto, rico e influyente galán.  Tan perfectas, tan sin arrugas, tan esbeltas y tan adictas al bisturí y a las pastillas quema grasa… ¡pero bellas al fin!

A las feas con gracia no nos quitan el sueño las “patas de gallo”, ni que se nos cuelguen los cachetes, tampoco el trasero frondoso y las “llantas” de agarradera. Podemos irnos de “camping” a la mismísima jungla, que la falta de cremas Dior y un jacuzzi no nos impedirán divertirnos a morir. Somos capaces de cambiar una llanta y embarrarnos de grasa, pegamos tabiques, le hacemos a la jardinería sin miedo a que se nos rompan las uñas: las feas las tenemos de queratina y las bellas, de gel.

A las feas con gracia no nos atormenta envejecer, ni ponernos guangas, no somos rehenes del bótox y sabemos, que el tiempo y sus efectos no se pueden detener… ¡Somos libres!

La belleza que se debe cultivar es la del alma, que es eterna y puede mantenerse joven a pesar del  estuche viejo o maltrecho. El músculo que debemos fortalecer y ejercitar es el cerebro, ya que él nos dará más satisfacciones que unos glúteos bien torneados o un abdomen de lavadero.