Tuesday, October 22, 2013

La ofrenda a los muertitos

La ofrenda a los muertitos

Por Anna Salazar Cabarcos

Lleven pues,
ánimas viajeras,
los tributos que ofrecemos hoy
en remembranza vuestra.

Acérquense ya, recuerdos efímeros,
a  entresacar con las uñas, lágrimas y añoranzas.

Carguen en sus ligeras espaldas la fruta,
el pan y el café de olla que les brindamos, 
el aguardiente, el dulce de calabaza
y los ramos de cempasúchil.  

Cuelguen como aretes las flores,
iluminen el cielo con la tenue luz de veladoras,
perfumen las nubes de incienso:
al son de la música de nuestros antepasados,
colmen de estruendos el universo.

Con el agua rieguen los campos floridos,
en donde aún yacen los restos de lo que fueron ayer;
que sean alimentados con vuestras cenizas.

Nuestra ofrenda es pobre tal vez,
porque no posee oro ni plata,
mas es rica por la devoción,
la nostalgia,
la espiritualidad,
pero sobre todo,
por los pensamientos que van acompañados de una oración,
hasta ese lugar,
en donde moran las almas por toda la eternidad.


Fantasma

Por Anna Salazar Cabarcos

Soy un fantasma atrapado adentro de una cárcel de huesos y carnes.

Quisiera volar lejos, irme a refugiar a una cueva en la montaña más alta del mundo sin sentir frío nunca más. O tal vez sumergirme en el mar  hasta llegar a los abismos y reposar, acostada sobre la arena virgen de sol, pues hasta allí jamás ha llegado un solo rayo. Ver a los monstruosos peces abisales alumbrarme con sus linternitas, mientras acercan sus gigantescas mandíbulas colmadas de dientes a mi holograma que no pueden devorarse, pues los fantasmas no se comen.

Quisiera ser la imagen de una fotografía, para quedarme congelada en el tiempo, en un instante feliz para siempre.

Quisiera ser un fantasma que nunca hubiera amado tanto, porque entonces sería un fantasma chocarrero, y no uno melancólico, nostálgico.


Pero no puedo… estoy encerrada en una cárcel de huesos y carnes, encadenada a las debilidades emocionales humanas; cadenas férreas, indestructibles, perseguida por los miedos, entristecida por los ayeres, anclada con dos pies a la tierra, agarrada al mundo por cuatro manos.