Friday, August 23, 2013

La princesa de los mares


Por Anna Salazar Cabarcos

En el fondo del mar existe una princesa, que vive entre los bancos de coral. Sus súbditos de escamas de colores, cual lentejuelas brillantes, le besan las manos y le acicalan el cabello cada mañana, como un ritual. Es amiga de los tiburones, nada junto a delfines, reposa dentro de las enormes  fauces de las ballenas, se hace un collar de medusas, forma un remolino junto a las miles de sardinas plateadas para después, aferrarse al caparazón de una tortuga y volver remolcada  a su palacio.

Nadie la conoce, nunca la han visto. Saben que existe porque los marineros la han escuchado susurrar en las calladas noches en medio del océano. No, no es una sirena…


Cuenta la leyenda que es hija de la diosa de los mares. Su misión es dejar escritas mil historias en la arena de la playa, pero con cada ola que lame el suelo son borradas, así que vivirá eternamente escribiendo…  escribiendo noche tras noche bajo la luna callada.


Wednesday, August 21, 2013

Todos tenemos dos corazones



Por Anna Salazar Cabarcos

El corazón hablando de manera literal, es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, ya que es el encargado de bombear la sangre a través de las venas, pues tiene la función  principal del sistema circulatorio: el corazón es el motor que fomenta la vida, o que produce la muerte al detenerse. El tamaño del corazón, es un poco más grande que el puño de la persona. Está dividido en 4 cavidades: aurícula derecha y aurícula izquierda, ventrículo derecho e izquierdo.

Hablando en sentido figurado, el corazón es igualmente importante, pues de la misma forma  que nos llena de vida estar enamorados, nos puede llevar a la muerte por culpa del desamor: si, hay gente que muere de amor. Es el encargado de hacernos sentir “maripositas” en el estómago cuando vemos al ser amado, o ponernos a chillar a moco tendido junto al teléfono noches enteras  esperando una llamada que nunca llega. Abarca todos los sentidos: oído, gusto, tacto, vista, olfato, responsabilidad…

El corazón figurado es el encargado de las tareas del  enamoramiento, que consisten en embrutecer el cerebro y aturdir los sentidos, inyectando una especie de morfina que distorsiona la vista, haciendo parecer galán al hermano gemelo de “Patas verdes”. No existen defectos, carencias, vicios, nada, el objeto de la devoción es increíblemente perfecto: ¿y el corazón de músculo? En los momentos de protagonismo del corazón figurado, el pobre es una simple bola de carne caliente que hace pum-pum.

Se poncha el globito del amor y el corazón figurado “se rompe”, o lo que es lo mismo ¡ya te cargó la tía de las muchachas!

El corazón figurado se mete dentro de las cobijas a  ver si puede esconderse del dolor, nada en lágrimas, se retuerce en el ácido de la angustia y la desesperación… ¡se pierde en su pena! Aquí hace su entrada triunfal el corazón de músculo, que tiene entonces que soportar taquicardias, negociar amenazas de huelga (un paro seria peligrosísimo ¿están de acuerdo?), sofocos, subidas de presión, bajadas… ¡una revolución!

Los dos tipos de corazón son importantísimos: el músculo y el figurado. Necesitan de cuidados, ser protegidos, procurados, alimentados. Los dos deben evitar agentes dañinos, estrés, ansiedad, microorganismos virulentos.


Conclusión: evita el colesterol… ¡y no te enamores de un pelmazo!



Sunday, August 4, 2013


CURIOSIDADES DE LA HUMANIDAD
(Símbolos mágicos de protección)

“Circulus Electionis”

La vida del ser humano, desde que nace, se rige por símbolos. A lo largo de la historia los diferentes tipos de religiones y organizaciones han hecho uso de ellos, proporcionándoles atributos mágicos, místicos y protectores.

Este curioso conjunto de símbolos se llama “Circulus Electionis”: El Círculo de la Elección en latín. Pueden atribuírsele varios significados, pero en general, habla de los dos caminos que los seres humanos somos libres de elegir: el bien o el mal, la luz o la oscuridad.

En la parte superior del círculo se puede leer en latín: Amor omnia vincit” (El amor todo lo vence). Dentro del círculo apreciamos una rueda con flechas disparadas al centro,  que salen rebotadas: ¿ley del búmeran, quizás? Todo lo bueno y lo malo que “disparemos” a otro ser humano, será devuelto, tal como pararte frente a un espejo y lanzar flores…o piedras.

En el centro se dibuja una especie de número 8 porque está vertical, de forma horizontal sería el símbolo de infinito. Al lado izquierdo de esta figura, vemos un corazón coronado con una cruz, el mismo corazón que aparece en la imagen católica de “El corazón de Jesús”,  en medio se encuentra el número 3, que bien podría ser de “La Santísima Trinidad”, o tal vez se refiera a los “3 atributos de Dios”: Verdad, Belleza y Bondad.

A la derecha un enorme ojo nos mira de frente, haciendo alusión de que  “nada escapa al ojo divino”. Lágrimas y una guadaña, instrumento de agricultura que se usa simbólicamente para comparar la siega del cereal, con la siega de vidas humanas que hace la muerte.

Alrededor están colocadas las siguientes letras:

S M Q L Sunt Mala Quae Libas (S.M.Q.L.): "Malo es lo que me ofreces"

IVB Ipse Venena bibas (I.V.B.): "Bebe tú mismo tus venenos"

V R S  Vade Retro Satana! (V.R.S.): "¡Retrocede, Satanás!" (Vade =Ir ; Retro= Atrás)

 N S M V Nunquam (algunos dicen que es "Non") Suade Mihi Vana! (N.S.M.V.): "No me persuadas con cosas vanas"

¿Se te hacen conocidas? ¡Claro! Son las mismas letras que aparecen en la medalla jubilar de San Benito, célebre por su eficacia extraordinaria en el combate contra el demonio y sus manifestaciones; en la defensa contra maleficios de todo género, contra enfermedades.

El círculo se divide en dos: la claridad, el día, la luz, y la oscuridad y tinieblas.

Por fuera del círculo, en el exterior inferior, se lee en latín: Ab alio expectes alteri quod feceris” (Espera de otro lo que a otro hayas hecho), quiere decir que quien haga mal, espere otro mal, o "Quien siembra vientos, recoge tempestades". De igual forma que, quien siembre amor, lo mismo recogerá.

Como seres humanos racionales, somos libres de elegir el camino y las acciones que habremos de tomar, olvidándonos de “karmas”, “Ley del búmeran”  “justicia divina” y cualquier acción de justicia exterior y suprema, la vida es tan sencilla como: Si siembras naranjas… ¿cómo esperas cosechar guayabas?

Símbolo de protección contra la maldad o no, sirve para meditar nuestras acciones y a sabiendas de las consecuencias, que pueden ser “infinitas” (para bien o para mal), actuar como nos dicte la conciencia, la inteligencia y la razón… ¡Cada quien escribe su historia como quiera!


 

 

 

Thursday, August 1, 2013


El viejo y el violín
Por Anna Salazar Cabarcos


En mis tiempos de juventud, soñaba con venir a la gran ciudad. Sembrando maíz, arreando al buey silbaba contento imaginando subir al tren: dejar atrás pueblo,  jacal, la miseria, a mamá con la cabeza cubierta de rebozo a rayas, a mis hermanos descalzos, mal comidos, pero aun así alegres porque como no conocían más allá de los  cerros secos, para ellos el río, los árboles, el par de perros flacos, el marrano, el trompo de madera, la luna, sol y estrellas, eran la totalidad del mundo.
Un día el destino atravesó en mi parcela a un viajero, que me ofreció trabajo en la capital. Corrí veloz al jacal, llegué sin aliento, en una pequeña caja metí la camisa que usaba sólo los domingos para ir a misa, una bolsita con monedas, paliacate, la biblia que me regaló mi padre antes de morir,  cuando hice la primera comunión. Descolgué un cuadrito con la única foto de mi madre y la guardé como un tesoro  dentro del  equipaje; era de cuando vino la feria, en la fiesta del santo patrono, San Hipólito. Me puse el sombrero y casi a punto de salir de casa, recordé a mi compañero y fiel amigo que seguramente temeroso de que lo abandonara, aguardaba tembloroso abajo del viejo catre: el violín.
Tal cual lo imaginé tantas veces, mi madre llorosa me dio la bendición secándose las lágrimas con la punta del rebozo que tapaba su blanca cabellera. El más pequeño de mis hermanos se aferró a mi pierna y entre gemidos me decía que no me fuera, que no lo dejara. Prometí a mi madre que pronto regresaría, que le compraría una hermosa casa, unos burros, vacas, a mis hermanos les traería ropa, zapatos, lindos juguetes… ¡me iba para triunfar! Los otros 10 hermanos, uno a uno me abrazaron… y partí… partí mirando sólo de frente.
Poco duré con el patrón que me trajo de mi tierra: largas jornadas de trabajo, poca paga, malos tratos, como nunca pude ir a la escuela no sé leer ni escribir;  burlas, humillaciones por ser “un indio de pueblo”… ¡pero qué culpa tengo yo de haber nacido allí, en un pueblo pobre y olvidado!

Edificios grises con miles de ojos vidriosos, calles repletas de gente caminando en todas direcciones: nadie ve, nadie escucha, a nadie le interesa si estás vivo o muerto.
Pasaron los años, me enteré que mamá murió, esperándome, envuelta en el rebozo. Los hermanos crecieron, se fueron, el jacal quedó vacío, olvidado, como yo.
Hoy ya soy un anciano, no tengo a donde ir. Huérfano de padres, de hermanos, de barrio, de historia, recorro las calles en busca de unas monedas para vivir, con mi único amigo, el fiel, el que nunca me olvida: el violín.

 
 
 
 Foto Anna Salazar Cabarcos