Entrevista a Samuel Quezada
Por Ana Salazar Cabarcos
Son alrededor de las 8 de la noche. Regreso cansada de trabajar, me pongo ropa
más cómoda y preparo un delicioso café: “two creams and three splenda”: ¡un
brebaje de los dioses! Alisto mis pinturas pues quiero trabajar un poco en uno
de mis cuadros antes de irme a dormir.
Enciendo la computadora para poner un poco de música y
abro mi página de Facebook para estar al tanto de los chismes y noticias del
día. El buzón de mensajes privados intacto, no me gusta abrirlo porque me he
llevado algunas sorpresas desagradables (fotos subidas de tono de hombres
urgidos de aventura con quien se deje), o cadenas de oración, vendedores
compulsivos… ¡nada que interese! Pero… el instinto me lleva a abrir un mensaje,
se trata de Samuel Quezada.
Se presenta y quiere platicar por teléfono conmigo
(Samuel vive en Aguascalientes), quiere contarme su historia. Él sabe que
escribo y me pide que lo ayude “a limpiar su nombre, a recuperar a sus hijos, a
que el mundo conozca la injusticia de que fue objeto”.
Al otro día, indecisa, lo llamo. Su voz es tímida, al
principio se oye nervioso pero poco a poco se suelta y las palabras fluyen al
principio como un pequeño rio… y después su relato es el océano mismo.
Me llena de datos, fechas, nombres, me habla de sus
orígenes, de cómo llego a Estados Unidos, de la injusticia que dice hicieron
con él, me cuenta de los hijos que nunca volvió a ver, de cómo quisiera que
alguien le devolviera esos años que estuvo preso siendo inocente… y de pronto
se le hace un nudo en la garganta, y llora y me contagia.
Entonces me pregunto: ¿Cuántos Samuel Quezada seguirán
tras las rejas?
Esta es la historia…
Samuel ¿En dónde naciste, cómo fue tu infancia?
Nací en 1972 en la Ciudad de México, provengo de un
matrimonio fracturado, ya que mi padre nos abandonó cuando yo tenía un año de
edad.
En la capital viví hasta la edad de 14 años. A inicios del ’88 decidimos mudarnos al estado de Aguascalientes, en donde estaba toda la familia de mi mamá.
En la capital viví hasta la edad de 14 años. A inicios del ’88 decidimos mudarnos al estado de Aguascalientes, en donde estaba toda la familia de mi mamá.
¿Cómo fue que decidiste partir a Estados Unidos?
En el ’88, la mayoría de mis primos estaban radicando
en el estado de Virginia, Estados Unidos. Uno de mis primos vino a visitar a
sus padres y me invito a que me fuera con él, y acepté la invitación porque
quería mejorar la situación económica y el nivel de vida de mi mama y mis
hermanas. En diciembre viajé a Texas y de allí, a Virginia.
¿Cómo te ganabas la vida en Virginia?
Pues como todo inmigrante, trabajando en lo que saliera.
De inicio trabajé en una granja donde criábamos pollos y pavos, duré como tres
años trabajando allí. Luego me pasé a trabajar a una compañía donde se sacrificaban
esas aves. En el año ’93, empecé a trabajar con unos americanos en un body shop, me inicié como “lijador”,
después “empapelador” y pintor. A este americano de nombre Wain (mi ex jefe),
le trabajé desde el ‘93 hasta el ’99.
¿Cuándo comenzó a cambiar el rumbo de tu
destino?
Con un cliente americano. En su momento tuve negocios
con él en cuestión de trabajos de reparación de pintura que le hice a sus
vehículos. Me pagó sólo una parte del
dinero, para ser exacto el 24 de febrero de 1998: dinero que según estaba
marcado o que provenía de los fondos de la policía del estado (me enteré después).
Sin imaginar lo que estaba por venir, el 9 de marzo
del ‘99, viajé a Aguascalientes, México,
porque tenía 10 años de no ver a mi madre y a mis hermanas y lo tomé como unas
vacaciones, deseaba volver a casa.
¿Cuánto duraron ésas vacaciones?
Estuve con mi mamá en el mes de marzo, abril, mayo y
junio (1999). Para el 20 de junio, decidimos regresar mi
esposa, mis dos hijos y yo. Volvimos a casa en Harrisonburg, Virginia, el 22
de junio para amanecer 23.
¿En qué momento comienza tu pesadilla?
Al día siguiente que regresamos a casa (23), voy al
pueblo a pagar el recibo del teléfono y allí… ¡allí empezó mi pesadilla!
Fui detenido por un oficial con la excusa de que había
violado el reglamento de tránsito al traer vidrios polarizados: me orilló,
llegaron más vehículos de la policía, inclusive trajeron a un perro entrenado con
la intención de que revisara la camioneta a ver si no traía algo ilegal. Fui
esposado y llevado a la cárcel del condado, bajo supuestos cargos de
“distribución de drogas”.
¿Te imaginas? –dice Samuel con voz triste- hoy tienes
esposa e hijos…un hogar formado… ¡y de repente ya no tienes nada!
¿Con quién estabas casado?
Ella es salvadoreña, nos casamos en 1993, teníamos 6
años de casados y dos hijos. El más grande se llama Erick Samuel…tenia 3 años
si mal no recuerdo, y el día que me detuvieron el chiquito, el bebé, Leonardo,
cumplía un año de edad -Samuel hace un esfuerzo para retener el llanto-, ese
día era su cumpleaños.
¿Cuáles fueron los cargos?
Desde el principio todo fue muy confuso. El abogado
que había conseguido mí en ese entonces, esposa, nunca me entregó documentos de
nada, no me daba respuestas ni me explicaba cuáles eran las acusaciones o los
cargos, todo lo mantenía en secreto.
¿Había pruebas en tu contra, testigos?
¡Todo era confuso! El abogado me decía que todo estaba
bien… ¡y me hizo declararme culpable bajo engaños! ¡Me engaño y me hizo falsas
promesas! Me dijo que si me declaraba culpable me darían 5 años de prisión,
pero que el juez iba a suspender 4 años, y que a unos cuantos meses de que yo fuera a
declararme culpable, en poco tiempo saldría libre, deportado a México. ¡El abogado hizo que me echara la culpa de algo que no hice, sin pruebas, sin
testigos, no había nada!
Sí…-meditabundo- me declaré culpable por posesión de
droga: algo que nunca en mi vida tuve ni me involucré… ¡todo fue un engaño! Como te dije en un principio:
jamás me entere realmente cuales eran los cargos en mi contra. Yo sólo creí en
este abogado privado para que me defendiera… y terminó siendo mi peor enemigo.
¿Hubo contradicciones o errores en la investigación?
Sí, existen documentos del gobierno (de los Estados
Unidos) donde aparece el nombre de mi primer abogado antes de conocerlo y
contratarlo como abogado, documentos que no tienen los sellos de la corte, son
documentos que fueron falsificados o alterados. Existen otros documentos que sí
tienen los sellos de la corte. En algunos documentos estoy como Samuel Silva
Quezada, meses después mi nombre fue cambiado a Sammy Silva Quezada, los
números de los casos no coinciden unos con otros, se ven las alteraciones a
simple vista: en donde era un número “3” lo hacen parecer “5”. En un reporte sobre mi
arresto (que sucedió en realidad el 23 de junio del ’99), lo elaboran el 4 de
agosto del ’99 y especifican hora y lugar donde fui detenido con diferente
fecha… ¡son documentos elaborados meses después! Mi fecha de arresto la manejan
erróneamente como el 25 de junio.
En la comparecencia para dictar sentencia en mayo del
2000, mi nuevo abogado John Hard le hizo mención al juez de que hay una
discrepancia respecto a la fecha del arresto... ¡las acusaciones no tienen
validez! ¡Mi detención fue ilegal, arbitraria, no contaban con una orden de la
corte firmada por un juez para hacerlo! Según por esto, cambiaron la fecha de
detención para poder cubrir sus errores. Si hubiera contado con un buen abogado
desde el principio, el caso y los cargos hubieran sido anulados…pero… ¡eso no
sucedió! Fue un falso proceso.
El 30 de mayo del 2000
fui sentenciado ilegalmente por un juez federal y privado de mi libertad, la sentencia: 6
años de prisión.
Nunca hubo reporte del supuesto arresto… ¡ni lo habrá!
18 años después no dejo de revisar cada día los documentos, plagados de
irregularidades, de falsedades.
Fui ilegalmente privado de mi libertad, enviado de
prisión en prisión, alejándome cada vez más de mi familia, de mis hijos.
¿Cómo fue el tiempo en prisión?
Cuando estuve en la prisión de Virginia, fui enviado a
una cárcel de Oklahoma, de allí me mandaron a Arizona, por último terminé en la
prisión de California City en donde cumplí con la falsa sentencia. Mientras me
encontraba en prisión, la que era mi esposa batallaba por encontrar el sustento
para nuestros dos pequeños hijos, para solventar el costo de vida en Estados
Unidos, para pagar la “traila” que habíamos comprado, era nuestra casa. Ella se
las vio muy duras: buscando quien le cuidara a los niños mientras ella
trabajaba… fueron tiempos difíciles para ella y mis hijos. Veló por su
seguridad, para que tuvieran algo que comer en la mesa… ¡fueron 5 largos años
que ella tuvo que ser padre y madre!
¿Alguna vez trataste de contactar a los medios de
comunicación?
Fue una lucha constante desde el principio.
Inicialmente tuve contacto con una reportera de nombre Norma Roque, del canal
34 de Univisión, de la ciudad de Los Ángeles, California. Con ella mantuve
correspondencia, trato verbal porque la conocí al interior de la prisión de
California City, cuando fue a cubrir la gira de en aquel entonces, un funcionario público del gobierno de México
cuando era presidente Vicente Fox. Norma Roque se interesó en hacer un
reportaje sobre mi historia. El reportaje no lo hizo, porque un abogado de New
Port Beach que también conocí por medio de la radio, hizo un análisis de mi
caso: él reviso los documentos y descubrió todas las irregularidades, me dijo
que quería ayudarme, y aunque la reportera ya tenía la autorización de la
televisora para hacer el reportaje, el abogado de pronto se retractó y dijo que
no era conveniente involucrarse ya que estaban de por medio varios abogados y
el gobierno.
También logré comunicación con reporteros de Miami,
Florida: busqué a Jorge Ramos y Teresa
Rodríguez, con los que tuve una comunicación directamente por cartas y
conversaciones por teléfono desde la prisión.
Supieron todo sobre mi caso…pero no… finalmente no quisieron tampoco involucrarse en esta historia tan sorprendente. No quisieron saber del tema, abrirlo a la opinión pública, les dio miedo porque trabajan de reporteros y no quieren problemas con el gobierno, es lo que les da de comer, me mantuvieron en lo oculto, en las sombras.
Supieron todo sobre mi caso…pero no… finalmente no quisieron tampoco involucrarse en esta historia tan sorprendente. No quisieron saber del tema, abrirlo a la opinión pública, les dio miedo porque trabajan de reporteros y no quieren problemas con el gobierno, es lo que les da de comer, me mantuvieron en lo oculto, en las sombras.
Algo que les reprocho hasta hoy, especialmente al
señor Jorge Ramos (quien se hace llamar “El ángel de los inmigrantes” en sus
libros, y para nada lo es), son las palabras que me dijo en aquella
conversación, yo, dentro de la prisión, y él en su oficina: “que tenía
prohibido involucrarse en casos como el mío”, que “a él no le interesaba mi
historia, que me comunicara con Teresa Rodríguez, que a lo mejor a ella sí”.
Pasaron los días y al lograr hablar con Teresa Rodríguez, me dijo lo mismo que
Ramos, y: “que yo estaba en un error, que estaba equivocado”.
Soy autor de dos libros. En el primer libro que escribí
estando dentro de la prisión, les dedico un capitulo a ellos, bajo el título:
“Reporteros censurados bajo suelo norteamericano”. En mi libro cito todas las
cartas que envié a todos estos personajes.
Para mi Ramos fue una decepción… es lamentable que
tenga miedo de sacar a la luz los atropellos que se cometen contra inmigrantes
ignorantes que no pueden defenderse… como yo, y que se haga pasar por defensor
de nuestras causas.
Le doy gracias a Dios de que no me sentenciaron a muerte,
porque estoy seguro que aún sabiendo que era inocente, no hubieran hecho nada
por mí y me hubieran dejado morir.
Me dirigí a los consulados mexicanos de las ciudades a
donde me trasladaban para que alguien me ayudara… todos me ignoraron. En mi
libro les dedico un capitulo llamado “Consulados esferas”. En mi libro cito
todos los nombres de las personas a las que me acerqué pidiendo ayuda.
¿Tu familia estaba al tanto del infierno que estabas
viviendo?
Los niños estaban muy chiquitos, y con la que era mi
esposa sólo nos hablábamos por teléfono, durante 5 años, no los volví a ver. Ellos
estaban en Virginia y yo del otro lado del país.
¿Qué pasó cuando cumpliste la sentencia?
¡Otra irregularidad! ¡Otra injusticia en mi contra!
Fui ilegalmente deportado por el Departamento de Inmigración a México, a pesar
de que me negué a firmar la orden de deportación que tanto me insistían, porque
como les dije: yo no tenía por qué haber vivido esa situación en la cárcel. Aun
así, sin importar mis argumentos, mis evidencias, un 10 de octubre fui
deportado.
Cuando te deportaron ¿Qué fue de tu esposa e hijos?
5 años después nos reencontramos en Aguascalientes, México,
en la casa de mi madre. Yo salí de prisión el 10 de octubre del 2004 de la cárcel,
ella hizo el viaje hasta diciembre, allí nos reencontramos todos. Mi hijo menor
ya tenía 6 años, el mayor 8 o 9, ya estaban grandes.
Aquí conmigo tuve a mis hijos por 8 meses. Ella (la
esposa) venía, se estaba un tiempo y regresaba a Virginia a trabajar y nos
mandaba dinero para ayudarme a mantener
a los niños aquí, en Aguascalientes. Como a los 8 meses me di cuenta de algunas mentiras, de que me era infiel y la encaré, descubrí que tenía una doble vida, tuvimos una
fuerte discusión y regresó a Estados Unidos… se llevó a mis hijos.
Hoy, hace 12 años que no he vuelto a ver a mis hijos.
Me duele el no haber estado con ellos, el que hayan crecido sin la imagen de un
padre -la voz de Samuel se quiebra-… ¡los
extraño mucho!
¿Sabes algo de tus hijos?
De mi hijo menor, Leonardo, sé, por lo que me ha
contado gente allegada, que desde los 12 años de edad el niño fue a parar con
una familia de americanos y lleva viviendo con ellos 7 u 8 años: hoy tiene 18… ¡no
me explico cómo fue que mi hijo fue a parar con esa familia! No sé si se lo
quito el gobierno o ella lo dio en adopción.
¡Quiero saber la verdad! ¿Cómo es que ella (la mamá)
se llevó a mi hijo de mi lado, quitándole a su padre para entregarlo con gente
ajena, que ni sus padres son?
Del mayor, Erick Samuel, 23 años de edad, parece que
el sí vivió con su madre, luego vivió con una novia y regresó con su madre que
desde hace 8 años se volvió a casar, rehízo su vida y tuvo dos hijos más.
Sé que toda esta experiencia afectó a mis hijos, que
les dejó una dolorosa huella en su vida. Sé que mi hijo Leonardo me odia…y que
mi hijo Erick ha tratado de lastimarse.
Por eso quiero sacar a la luz mi historia, que no
quede en la impunidad. Por eso he vuelto a tocar puertas, porque quiero volver
a ver a mis hijos y explicarles lo que me hicieron, que yo fui víctima de una
injusticia y si no estuve con ellos, fue por las circunstancias, el destino,
porque su madre así lo decidió.
¡Quiero ver a mis hijos a la cara y decirles cuanto
los quiero! ¡Que los amo! ¡Que no fue mi culpa!
Samuel ¿rehiciste tu vida?
Caí en una fuerte depresión y conocí a una gran mujer, Roxana, que me ayudo a salir adelante, me volví a casar, llevamos una relación de 9 años,
tenemos tres hijos preciosos: el mayor de 9 años que se llama Leo Erick, porque
quiero recordar siempre a mis hijos Leonardo y Erick. Cada vez que lo llamo -se
le corta la voz-… ¡quiero recordar a mis hijos que me quito el gobierno, la policía,
la cárcel, una mujer! Mi segundo hijo se llama Yamir Vladimir y -rompe a
llorar-, mi último cachorrito, Axel Jaret.
Su actual esposa Roxana, Leo Erick y Yamir
Cuando veo a mis criaturas de aquí, recuerdo a mis
otros hijos, aquellos que perdí, que me quitaron. A mis chiquitos les hablo
mucho de sus hermanos. Cuando me meto a las páginas del Facebook y veo
publicaciones de mis hijos mayores, les digo a los pequeños: “¡esos son sus
hermanos!”, y me preguntan ansiosos: “¿y cuándo van a venir a vernos nuestros
hermanos?”… ¡y eso me destroza!
No creo que mis hijos sepan lo que sucedió en realidad…
Por eso te quise contar mi historia, Ana, para que tú se
las cuentes a ellos.
Si quieres contactar con Samuel Quezada: silvaquezadasamuel1@gmail.com
Todos los nombres referidos, información y citas son responsabilidad del entrevistado. Esta entrevista es con fines periodísticos, objetiva y sin ningún interés político, legal o de lucro. La escritora Ana Salazar Cabarcos se deslinda de cualquier responsabilidad.
Hola, me llamo Samuel, hoy yo les pido a ustedes me ayuden a difundir mi historia, hoy muy en especial a todos ustedes personas con el poder y la mentalidad de un micrófono y canales de televisión abiertos al publico, hoy me refiero a ustedes gente de california y contactos nuevos en facebook, asi mismo bufets de abogados interesados hoy en una posible demanda, gracias Abogados Salvadoreños En Eeuu por contactarme en este día. También a ti Jorge David Dominguez por darme una esperanza de hacer esto publico y me faltarían muchos por mencionar gente importante como ustedes, pero ahí lo dejamos, hoy yo no busco demandar aquellas personas involucradas en este secuestro, lo único que yo deseo es encontrar a alguien con el valor moral dentro de esta historia y con su ayuda conseguir algún tramite ante la embajada de los Estados Unidos por la deportación ilegal seguida de un falso proceso, hoy lo que yo pido es volver a ver a mis dos hijos que me quitaron agentes, jueces y supuestos abogados, tengo 12 años de no verlos y los amo como no tienen una idea. Atentamente su amigo y servidor Samuel Silva Quezada
ReplyDeleteCorreo electrónico: silvaquezadasamuel1@gmail.com
Teléfono: 465 108 51 70
Aguascalientes, México