Wednesday, December 11, 2013

¡Méndiga muerte burocrática!

¡Méndiga muerte burocrática!

Por Anna Salazar Cabarcos
Hasta para morirte tienes que hacer  una antesala cansada, sufrida, como cuando te toca consulta en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social).
Está bien, tenemos que “estirar la pata” algún día, lo acepto, pero quiero hacerle una propuesta a Dios, a San Pedro, San Cuilmas o quien sea el encargado de darnos el “levantón”: ¿por qué no nos evaporamos solamente? Si ya nos llegó la hora ¿por qué no explotamos como huevo en el microondas y se acabó, así, rapidito y sin dolor? (el problema será para el que tenga que limpiar el batidero que quedó de nuestra explosión). O simplemente nos cae un rayo divino y nos electrocuta instantáneamente.
Esto viene a colación porque acaba de morir la tía Chofi, mi comadrita adorada. Una mujer buena, contenta con la vida, pacífica, risueña, cariñosa que de un día para otro, hace exactamente tres meses, descubrió un granito insignificante en un pecho que a la postre, resultó ser un cáncer fatal y devorador que terminó con su vida apenas ayer. Lo mismo pasa con miles  de seres humanos todos los días: después de agotadora antesala finalmente cierran los ojitos para siempre, pero son meses esperando con angustia el desenlace, las horas pasan lentas y lo peor de todo, es que para hacer más odiosa la espera te atiborran de medicinas, te picotean las nachas con charolas de inyecciones, te dejan como coladera las venas de tanto piquete, caldos de pollo que saben a jugo de trapo por lo desabridos: prohibidos los tacos de carnitas, la barbacoa, los sopes de la esquina, tacos de suadero, las aguas de horchata… ¡total! que ni una cervecita bien fría para quitarse el sabor amargo que las medicinas  dejan… ¡que injusticia! ¡Así no se puede morir nadie a gusto!

Si algún día me tengo que morir ojalá que sea en mi cama, calientita, después de una noche de rumba, con los pies hinchados de tanto bailar, ronca de tanto cantar, el corazón exhausto de tanto amar… que de repente me evapore, que no me toque hacer una antesala como en el Seguro Social.


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