Un milagro de Navidad…
Por Anna Salazar Cabarcos
Me mandó un
mensaje diciendo: “Mañana estén listas, vendrán conmigo a una cena para
festejar la Navidad”… ¡¿Qué?! –Pensé casi en shock- ¡¿Cómo es posible que mi
enemigo número uno, la persona que más daño me ha hecho en la vida, a quien no
le han importado las desventuras y peripecias que he tenido que pasar sola con
mis hijas en un país ajeno al mío, por haberlo dejado todo “por amor”, para que
después me colocara tremenda cornamenta; frondosa y bien calcificada, con quien
me he dado hasta con la cubeta en la cabeza, me esté invitando a cenar?! ¡Si ni
casados pasó una Navidad con nosotras! ¿Será que ahora sí viene el fin del
mundo? ¿Estará poseído? ¿El pobre estaría siendo víctima de un lapsus esquizofrénico?
Quedé pasmada de
la impresión, pero pensé: ¿y por qué no darme la oportunidad de vivir esa
experiencia, dársela a él, a mis hijas? En la secundaria me gustaba la clase de
ciencias, más cuando eran los días de ir al laboratorio: me gustan los
experimentos, aunque, los experimentos tienen sus riesgos, porque igual tu ímpetu
aventurero te lleva a descubrir algo maravilloso, como te hace explotar y
quedarte sin dedos, todo chamuscado.
“Sí” –dije vacilante-,
“Sí” –me repetí para convencerme-, “¡Sí vamos!” –asegure firmemente, valiente. " ¡Sí, sí, sí!" Y a lo hecho... ¡pecho!
Dio la hora
acordada, pasó por mi hija pequeña y por mi a la casa. Me subí a su camioneta… ¡si,
a su camioneta! ¡Yo, ahí, sentada, junto a él, sin quererle dar un puñetazo en
la cara y él, manejando a un lado de la maldita bruja que va linda y perfumada!…
¡¿What?! ¡Que locura!
No sabíamos que
decir… sólo nos hemos ofendido, reclamado e insultado durante 5 años… ¿Qué le
digo? ¿Qué me dice? Superficialidades, lo más cómodo y fácil en estos casos.
Llegamos a un
lindo restaurant de comida italiana, nos condujeron a la mesa, pedimos algo de
aperitivo. Nuestra pequeña hija se veía radiante, feliz, su carita iluminada, y me
dije: “Por esta carita… ¡todo vale la pena!”. Al poco rato llegó la hija mayor
con su esposo: no entró la mujer de 22 años que era 10 minutos antes de llegar
al lugar: entró una sonriente e ilusionada niña de 10 años a reunirse con
sus padres... ¡mis hijitas!
Bien: la familia
estaba completa. Él se veía contento, en paz, amable. Comenzaron a platicar, a
contar anécdotas divertidas, a reír, entonces puse la palanca en automático y dejé sentado allí a mi cuerpo, mientras mi espíritu
se colocó a distancia para contemplar, con emoción, aquella hermosa postal
viviente de los milagros que suceden en la Navidad.
En esa mesa no existía
rencor, ni dolor, no había rastros de sufrimiento y los reproches al parecer
andaban de vacaciones. La gente que
cenaba en el restaurant fue absorbida a otra dimensión y desaparecieron, era un
universo en donde sólo existíamos 5 personas que acababan de nacer en ese
instante. Los recorrí uno a uno y en verdad estaban felices, no era pose o compromiso…
¡era real! Música de piano, luz ambar, linda decoración, cena deliciosa: producción perfecta para esta escena de la película que
rodamos sobre la historia de nuestras vidas… ¡Ya quisiera Hollywood! Las risas y la emoción de dos hijas, un querido yerno que vale oro, el papa de mis hijas…o sea, el ex…y yo…
y yo viviendo un momento que jamás imaginé.
Como en el
cuento de Cenicienta el reloj comenzó a romper la ilusión a campanadas. Como
burbujas de jabón las pompas se fueron reventando poco a poco. La gente del
restaurant comenzó a salir de la puerta dimensional que los había tragado y
fueron apareciendo sentados, como si nada hubiera sucedido.
Mi espíritu los
besó uno a uno y regresó a su cuerpo plácido. Marifer y Travis se despidieron
y marcharon. Él nos trajo a casa: “Gracias por esta noche inolvidable” –acerté a
decir- , “Por nada, gracias a ti” – me dijo amablemente.
Entramos a casa Monse y yo, cerré con seguro la
puerta, la camioneta partió y con ella, una de las noches más memorables de mi
vida. Mi hijita inmensamente feliz me dijo: “¡Mami, yo le había pedido este
deseo a Dios: ver a mi mami y a mi papi juntos algún día! ¡Se me cumplió mi
deseo!”
Los milagros
existen… ¡esta noche fuimos los participes de uno de ellos!
Fin de la
escena.
