Thursday, November 6, 2014

¡¿Cuándo diantres comienza el racismo?



Por Anna Salazar Cabarcos

Son las 8 de la mañana y en uno de los parques de South Pasadena, California, comienzan a llegar una a una las “nannies”( o niñeras, en español), empujando sonrientes las carriolas con sus preciados tesoros dentro: envueltos en tibias cobijas, como capullos de mariposa.

Se estacionan en batería y van a reunirse en la banca que descansa bajo un hermoso y frondoso pino. Con amor destapan a los pequeños  ansiosos de gatear, de ir con pasos tambaleantes a las escaleras que se ven eternas para ellos, y dejarse caer maltrechos por la resbaladilla, seguros de que una mujer de piel canela y ojos oscuros, los estará esperando al final, festejando con gran algarabía la proeza infantil: “¡Así se hace, mijo!”

Rubio de grandes ojos azules es el travieso Michael, de ojos rasgados y pelo lacio, negro, es la adorable Kumiko, el pelirojo Dexter y con sus rizos dorados, Johan: Donovan, Philip, Hannah, Tylor.

Y Lili, Zulma, Carmen, Lupe, María, Carmela, Toña o Tere los ven ilusionadas, como si esos niños  fueran de ellas, como si los hubieran parido: los llenan de besos que son correspondidos, se funden en abrazos y les hablan con dulzura en español que los pequeños entienden, pues a veces pasan más tiempo con las nanas que con sus propios padres.

Ellas son cómplices, maestras, protectoras, refugio, fuente inagotable de amor, de cuidados. Cada niño y niña tiene bien ubicada a su “nannie”, si por alguna razón se distraen y la pierden de vista, en sus ojitos se ve la angustia y viene el llanto, desesperado, que no tarda mucho pues su cuidadora siempre ha estado cerca, y el pequeño asustado corre a abrazarla, a acurrucarse en sus brazos como si ella, fuera su madre.

Un círculo de sobrevivencia necesario: los adinerados lo son en parte, porque la totalidad de su mente está enfocada en hacer dinero, negocios, juntas de trabajo, giras, viajes, tener fortuna es una  prioridad en su vida. Los niños son absorbentes, necesitan paciencia, horas de entrenamiento, es un trabajo sin reconocimiento, desvalorizado, anónimo, silencioso…para eso están las “nannies”. Ellas trabajan dando amor y cuidados a niños  que no son suyos, para llevar el sustento a casa, en donde  sus hijos esperan a la madre que continuará con su encomienda de amor interminablemente.

Atrás del famoso y rico, del político o la artista,  del magnate o la millonaria de moda, hay una nana, generalmente latina, criando a sus hijos.

Las “nannies” les cambian los pañales, a los futuros hombres y mujeres que formarán parte de la sociedad pudiente de Estados Unidos, los enseñan a caminar, los curan, los alimentan, pasan largas horas riendo y jugando con ellos. Uno de éstos niños que corre hoy por el parque seguido por María o Consuelo, será quizás mañana presidente del país, senadora, un famoso pintor o una estrella de cine.



Si atrás de una familia norteamericana, de buena posición social, adinerada, hay una nana latina haciéndose cargo de sus hijos, me pregunto…Señoras y señores: ¡¿Cómo, cuándo, dónde comienza el racismo?!



No comments:

Post a Comment