Mi amante el neumococo
Por Anna Salazar Cabarcos
Sí, hay amores que pueden llegar a matar… ¡como
tú!
Te obsesionas conmigo y cada invierno,
sales de la cueva en donde pasas los días cálidos, escondido de la tibieza del
aire y del sol ardiente, que te lastima y evapora.
Te vistes de gala con smoking y zapatos de
charol, perfumado y bien peinado me persigues, me acosas en la tienda, en la
calle, en el cine, llegas al descaro de meterte a mi casa.
Entonces, como los amantes perfectos te
propones robarme un beso, entrar en mi boca y hacerme tuya. Lo logras, un escalofrío
me recorre, me posees, el cuerpo
tiembla, el amor duele, y tú dueles
hasta los huesos.
Quieres llegar al corazón, pero los
pulmones te ofrecen gran acogida y allí te quedas. Sacas el equipaje y te pones cómodo con
pijama, pantuflas y toda la cosa. Tapizas las paredes de materia viscosa para
sentirte en casa y te tumbas en el sillón, creyendo que tu amor es
correspondido.
¡No! ¡No te soporto! Siento herir tus
sentimientos y destruir tu autoestima pero eres aborrecible.
¡Como quisiera que te olvidaras de mí y
buscaras a otras; más fuertes, mas dispuestas a entrar contigo en los jugueteos
del amor! Yo estoy cansada de ti ¿no te das cuenta? ¡Hoy no tengo fuerzas!
Tengo lista la escopeta cargada de
penicilina… ¡yo no quería que las cosas terminaran así! ¡Vete ahora que puedes!
Mientras tanto, ahogare mis penas amorosas en un caldito de pollo… ¡Mas vale
sola, que mal acompañada!
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