¿Te imaginas
un mundo sin insectos, depredadores, animales ponzoñosos, carroñeros o fieras?
Existen porque son parte del equilibrio, del ecosistema en donde todos, nos
relacionamos entre sí como parte del ejercicio de la vida.
¿Te imaginas
un mundo sin envidiosos, mediocres, inseguros y soberbios? Existen porque son
las piedras con las que habrán de toparse los que corren tras sus sueños. Si no
existieran, toda la gente triunfaría y sería exitosa y feliz, entonces, tal
vez, viviríamos en un mundo monótono y aburrido: son parte del equilibrio de la
sociedad.
La persona
triunfadora no tiene límites para lograr sus metas, ni edad, se las arregla a
veces sin recursos, tocando puertas y recibiendo portazos en la cara una y cien
veces, sin darse por vencida. Cierra los oídos a los rumores y calificativos de
quienes siembran el desprestigio a sus espaldas para frenarla, ignora a la
gente sin vida que escrupulosamente espía sus pasos y lanza juicios imprudentes,
impertinentes.
Triunfa, no
quien gana fama, dinero y status social: triunfa quien es auténtico, fiel a sus convicciones y lucha por alcanzar sus metas de manera honesta, leal, sincera,
sin hacer daño de ninguna manera a los demás.
Triunfador es
quien pelea internamente contra su miseria humana, y sale victorioso.
Triunfador es
quien vence el morbo de enfocarse en la vida de los demás, y se dedica a la
suya.
Triunfador es
quien hace de lado la soberbia y reconoce, que no es ni el mejor, ni el único y
se esfuerza por superarse cada día, con humildad, porque a la única persona que
tiene que impresionar, es a él mismo.
Triunfador
es, quien aprende a amar y respetar: así mismo, y al mundo que lo rodea.