Crónicas nocturnas
Al salir del trabajo, ya las puertas cerrando, un
hombre pretendía entrar y el supervisor le dijo amablemente, que ya estaba
cerrado... el hombre quería un cafè.
El señor, una compañera y yo bajamos juntos por las
escaleras elèctricas. Era como de unos 40 años, de acento armenio, era obvio
que no tenía hogar, pero iba bien vestido , con un sweater azul cielo y unos
jeans, a simple vista se veía educado y amable. Su barba, muy tupida y negra.
Me hace conversaciòn:
- En dònde queda un 7-eleven?
- En la avenida Foothill, a la izquierda... -le
contesto.
- Pero... por dònde?
Y como me di cuenta que no tenía ni idea de donde
estaba, le expliquè màs detalladamente:
- Siga derecho y en donde està el banco, en la
esquina, a la izquierda, como a dos calles...
- Son màs de 10 minutos caminando?
- Depende, si camina ràpido o despacio...
- No puedo caminar muy ràpido... mi backpack pesa
mucho... pero necesito un cafè.
En la espalda traía cargando un back pack negro,
grande, y pensè (quizàs estoy equivocada), que èse hombre acababa de llegar al
país.
Me diò tristeza recordar lo duro que es venir aquí sin
familia, con muchas ilusiones, sueños. Y recordè el miedo que da no saber el
idioma, ni las costumbres, ni las estrictas reglas, es un mundo totalmente
diferente al que pertenecemos: ser inmigrante en Estados Unidos es de
valientes!
Y entonces lo vi irse ràpido, cruzar la vía del tren y
enfilarse hacia la Foothill, en medio de la noche (muy solitaria, por cierto).
Espero que se haya comprado su cafè calientito, que le
ayude a entibiar los sueños en èsta noche fría, y se los conserve vivos e
intactos.
Yo, me subo a mi auto y voy a casa, y en el camino me
arrepiento de mis preocupaciones y angustias, porque tengo un lugar a donde
llegar a dormir, y a mis hijas que me esperan, seguras, porque tengo alimento y
cobijo y èl, èl sòlo tiene su pesado back pack en donde carga su mundo.
Ya en casa, me hago un cafè... le doy un sorbo y
pienso que quizàs èl tambièn estè tomando el suyo.
Hace tanto frío afuera...
Y como èl, hay tanta gente buena, sin hogar , de los
que no sabemos su historia quizàs de lucha, de rebeldía contra su destino , y
pasan inadvertidos, escondidos entre nosotros durante el día, siendo uno màs:
pero bajo la Luna son sombras en busca de un rincòn seguro dònde acurrucarse
para pasar la noche, son bultos cubiertos de cobijas viejas y cartones en la
banca de un parque, son seres humanos que tienen miedo, incertidumbre, hambre,
pero sobre todo, mucho valor.
He terminado mi cafè... hasta mañana.
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